Fotografías de la visita guiada al castillo de Viacamp

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Visita guiada al castillo de Viacamp

El pasado domingo día 25 de octubre de 2015 y dentro de las actividades lúdico-culturales llevadas a cabo por la Asociación Ramiro I de Graus, tuvo lugar la visita guiada al castillo de Viacamp y la ermita de Obach. Un tiempo espléndido acompañó las doctas explicaciones del profesor Paco Martí Fornés sobre la historia de tan singulares ejemplos de arquitectura militar y religiosa del medioevo ribagorzano.

Acabado el acto y en las inmediaciones del propio castillo tuvo lugar una demostración de alto vuelo con halcón, que resultó muy vistosa, teniendo la oportunidad el público asistente de seguir el vuelo de dos halcones gerifaltes gracias a la colaboración que para la ocasión tuvo la gentileza de prestar D. Alfonso Arisó Esteve, Secretario de la Asociación Catalana de Cetrería.

El Canciller Mayor de Castilla, Pero López de Ayala, introducía en 1386 desde su prisión forzosa de Oviedes en Portugal su Libro de la Caza de las Aves al Muy Honrado Padre y Señor Don Gonzalo de Mena por la gracia de Dios Obispo de la muy noble ciudad de Burgos con estas palabras: «De cada día vieron los hombres cómo, naturalmente, unas aves toman a otras y se ceban y alimentan de ellas y tales aves son llamadas de rapiña; así como son águilas, azores, halcones, gavilanes, esmerejones, alcotanes y otras».

La cetrería, arte y deporte nobilísimos, selló desde tiempos remotos una de las más bellas alianzas entre el hombre y el ave de presa, en beneficio y utilidad propios. Este deporte nobilísimo, por su riqueza, suntuosidad, belleza y consecuencias, se desarrolla en las riberas de las aguas y terrenos llanos, para poder contemplar la lucha del pequeño halcón con la garza real- de dos metros de envergadura-, para ser testigos del «eguamiento» o zambullir de los ánades y patos hasta su agotamiento y deleitar al halconero con los quiebros y fintas imposibles de las perdices y los sisones; pero la cetrería no es solamente diversión, es algo más: una escuela militar; se fortalece el cuerpo con la lluvia y el cierzo, la nieve y el duro sol, con el constante traqueteo de la silla, yendo a caballo, y el esfuerzo constante se seguir, con cuerpo y espíritu, el vuelo del halcón.

El halcón constituía un bien inalienable, junto al caballo y la espada, para el caballero medieval hasta el punto que no podía verse privado de ellos. Grande debió de ser el amor que Rodrigo Díaz de Vivar, «El Cid Campeador», profesó a sus aves de caza porque el juglar no supo encontrar matiz más doloroso para describir la pena del castellano al abandonar sus tierras hacia el destierro que el contemplar las alcándaras vacías, inútiles y desmanteladas, sin pieles y sin mantos y sin halcones y sin azores mudados.

En ambiente de camaradería, una comida en un restaurante de la localidad puso epílogo a tan intensa jornada. Hasta la próxima!

Angel J. Sancho Lagüens

Abogado

Presidente de la Asociación Catalana de Cetrería

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