Conmemoración de la Batalla de Graus

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La conmemoración del 957 aniversario de la Batalla de Graus, donde murió el primer rey de Aragón, no pudo celebrarse este jueves debido a la situación sanitaria. Sin embargo, Ángel Aventín, el presidente de la asociación cultural que lleva su nombre, «Ramiro I», ha aprovechado el confinamiento para investigar sobre el principal biógrafo del malogrado monarca, el árabe Abu Bakr al Turtushi, conocido también como «El Tortosí».

La Asociación «Ramiro I» abandera cada año el acto de homenaje al primer rey de Aragón fallecido en Graus el 8 de mayo de 1063. En esta ocasión, los grausinos no pudieron conmemorar esta efeméride en el campo de Zapata, el lugar donde falleció Ramiro I y en el que se yergue un monolito en su honor.

Ramiro I, relata Aventín, estaba dispuesto a tomar el Castillo de Graus, ayudado por los señores más influyentes del reino y su yerno, el conde Ermengol III de Urgel, con quienes formaron «un gran ejército». Una vez en la fortaleza, hicieron retroceder a las milicias musulmanas en la primera jornada, que concluyó con los aragoneses acampando en el campo Zapata para atacar al día siguiente. Aventín cuenta que ese día llegaron al castillo de Graus, para defender la fortaleza, el Rey moro de Zaragoza Al Muqtadir Billah y el rey de Castilla Sancho II, acompañado por Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid).

Mientras estaban acampados, el moro Sadadah, infiltrado entre los aragoneses, dio muerte a Ramiro I, según cuenta el biógrafo árabe coetáneo del rey. «El moro Sadadah, como vivía en la frontera, iba vestido como los cristianos en su vecindad y tenía mucha relación con ellos. Aventajaba a todos los demás guerreros en conocimientos militares y hablaba bien su lengua. Camuflado así, pudo infiltrarse en el ejército y acercarse a Ramiro, que bien equipado de los pies a la cabeza, con su armadura, solo dejaba los ojos sin defensa. Sadadah -prosigue «Al Turtushi»- esperó la ocasión para atacarle. Cuando se encontró frente al rey, se abalanzó sobre él y le clavó su lanza en un ojo. Ramiro cayó de bruces al suelo y Sadadah comenzó a gritar: ¡El rey ha muerto! ¡El rey ha muerto! El rumor de la muerte de Ramiro se difundió entre los soldados, que se dieron a la fuga».

La victoria sonrió a los jóvenes castellanos y al Cid, que fueron invitados por los moriscos a descansar con ellos en el castillo. «Era la primera vez que el Cid conocía la forma de vida de los musulmanes y parece que se quedó prendado de ella», explica Ángel Aventín citando al cronista árabe.

Aprovechando esta conmemoración, abunda en este personaje, teólogo, poeta y filósofo. «Pertenecía a uno de los primeros linajes árabes que se asentaron en Tortosa hacia el 717. Aprendió a descifrar el Corán. Estudió poesía, gramática árabe, derecho musulmán y cálculo. De muy joven, se marchó a estudiar a Zaragoza, donde el gran maestro Abulgualid el Betxí le enseñó lo necesario para licenciarse en distintas materias como ciencia de partición de herencias o matemáticas. Estudió Humanidades en Sevilla. Más tarde se estableció en Damasco, dedicándose a enseñar», concluye.

La Asociación Ramiro I espera retomar sus actividades, entre las que destacan las visitas guiadas al patrimonio, en los próximos meses. Respecto al Campeonato mundial de Piedras en Equilibrio, que también organiza el colectivo, están a expensas de si se celebra o no la Fiesta de la Longaniza, con la que comparte fecha.

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